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Palillo eléctrico. Esa era la frase clave para desatar un coro de risas y cantos basados en mi aspecto cuando era niña. Y es que en realidad parecía un palillo eléctrico. Era muy flaca y siempre estaba en movimiento. Bastaba que uno de mis compañeros en medio de su aburrimiento me viera pasar y dijera “palillo eléctrico” para que se le uniera el resto y se convirtiera en un pequeño concierto en el aula.
Quiero dejar claro que a pesar de eso, nunca me sentí agredida por mis compañeros de curso (los quiero mucho, amigos). Nunca pasó mayor cosa, ni me traumaticé (pero estemos claros en que los tiempos actuales ya eso no es lo usual). Quizá no me vi afectada porque mis padres me incentivaron a tener una autoestima sana y me enseñaron a entender que esa clase de cosas no tenían que ver con algo malo en mí, sino con algo que sucedía en los demás (yo creo que era aburrimiento).
El haberte aburrido con esta pequeña anécdota personal es para poner en claro el poder que tiene una palabra o una frase para promover o exacerbar sentimientos que podemos tener en nuestro subconsciente y generar acciones que, lamentablemente, muchas veces son poco positivas.
Hace poco leía un post en Instagram acerca de la necesidad de llamar “virus chino” al coronavirus o covid-19 porque “los chinos lo ocultaron y son los culpables de todo esto”. Yo le planteaba que no era el momento para promover odios inútiles, pero como respuesta obtuve que eso no era una ofensa porque “eran culpables”.
Aunque supuestamente estamos en la Era de Acuario cuando la hermandad, la armonía y el entendimiento debieran florecer, la realidad es que vivimos tiempos de pieles sensibles, de odios fáciles, de violencia inusitada como respuesta a cualquier “quítame esta pajita”. ¿El detonante más básico que existe? La palabra.
Miles de personas en redes sociales se han dado a la tarea de convertir en tendencia la etiqueta “virus chino”, en la creencia de que esa es la forma de lograr justicia y compensación por “lo que nos hicieron los chinos”. Armaron una cruzada absurda que no solo no va a lograr ningún tipo de justicia, sino que puede convertirse en un bumerán que golpee a quien menos se lo espera.
La palabra es el instrumento más poderoso con el que cuenta el ser humano, y por ello saber usarla es vital. En mi opinión, una simple acción como llamar al corona virus con ese sobrenombre lo que logra es exacerbar sentimientos de impotencia y resentimiento que mucha gente lleva dentro, quizá por cosas totalmente ajenas a la pandemia actual. Por eso, no creo que sea oportuno usar un arma tan poderosa como la palabra para promover esa clase de sentimientos que en los tiempos que corren escalan rápidamente al odio y la violencia.
Un hilo en Twitter de @manuelgo me hizo recordar los episodios absurdos de violencia y discriminación que surgieron en los años 80 cuando al VIH se le denominó “cáncer gay”. Hoy, no han sido pocos los casos a nivel mundial de violencia hacia personas simplemente por ser o parecer asiáticas. Uno de ellos es mi compatriota Maisong Lee (@maisongtv), quien por el simple hecho de ser de ascendencia coreana ha sido insultado en las redes con las palabras más hirientes y asquerosas que he visto. Ante esto Maisong ha retomado la etiqueta #nosoyunvirus que fue tendencia en enero de 2020.
Así como al surgir la frase “palillo eléctrico” en mi salón rápidamente se iban uniendo mis compañeros al coro, hoy en día lanzar una frase como esa es como una chispa en una caja de fósforos.
Si los que se han dado a la tarea de multiplicar esa etiqueta se ocuparan de pensar cinco minutos antes de teclear, se darían cuenta de lo absurda que es la bendita frase. No son “los chinos” los culpables de esta pandemia. Fue un gobierno, una dictadura comunista la que decidió y actuó de la manera que lo hizo. Al decir “virus chino” no vas a hacer que la justicia divina caiga sobre los miembros de ese gobierno, sino que vas a perjudicar a personas inocentes (quizá hasta amigos tuyos) que nada tienen que ver con virus ni experimentos maquiavélicos.
Sin duda, todos esperamos que una vez que superemos esta pandemia, exista una investigación por entes internacionales que ofrezca claridad sobre lo sucedido, y se sancione a quien se tenga que sancionar.
Soy una apasionada del uso de la palabra. Pienso que no hemos dimensionado el poder que tenemos en nuestras teclas. Lo ético y moral es aprender a usarlo sin causar perjuicios a los demás. Como dijo Franklin D. Roosevelt (y luego Ben, el tío de Peter Parker): “Un gran poder implica una gran responsabilidad”.
P.D.: si en este punto lo único que te provoca contestarme es: “bueno, ese virus salió de China, entonces, es chino, y viruschino se queda”, no logré explicarme bien. Lamento que no hayas podido captar el punto.
Gracias por haber llegado hasta aquí.
Imagen de Mohamed Hassan en Pixabay